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Violencia

Él no había deseado estar allí. Era tan solo un muchacho. Debía haber estado estudiando pero la guerra había sido la única opción.


Al principio había mirado la espantosa escena de muerte con terror y lágrimas en los ojos, pero cuando mató por primera vez a un hombre, urgido por el instinto de supervivencia, su corazón se quebró. Luego vinieron otros, pero ya no le importaba. La sangre salpicaba su rostro mientras su cuerpo se ponía a salvo, luchando mecánicamente, por inercia. No mataba por deber, tampoco por odio. Su mente estaba lejos y ya no regresaría. Una bala lo alcanzó, luego otra. Lleno de sangre y barro cayó de rodillas; una sonrisa torpe se dibujó en sus labios, sus ojos se velaron y, antes del último aliento, su corazón recordó cómo latir.


Era solo un muchacho, un muchacho asesinado en cuerpo y alma por la violencia.

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