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El último testimonio

¡Oh no! ¿Vos acá? No, no, no. No es posible, ay... No queríamos verte en esta situación. Es una pena... Te acordás de todo, ¿verdad? Ya te tienen que haber explicado el protocolo.


Si estamos ahora frente a frente es porque todos los mensajeros fracasaron. ¿A ninguno quisiste escuchar? Qué triste debe estar nuestra dueña... ¿Acaba de testificar? No la vimos salir...


No nos mirés así. ¡No lo hacemos por gusto! Es la ley.


Intentamos advertirte. Nuestra dueña y otros mensajeros te buscaron incansablemente. Sí, es cierto, te interrumpieron. Sí, sí, sí, ya sabemos que estabas ocupado...nos lo dijiste varias veces, pero no te habríamos molestado si no hubiera sido de vida o muerte. Es una pena que no hayás respondido al mensaje en tiempo y forma... Sí, te advertimos... tal vez no fuimos perfectos, pero sí que tratamos de que escucharas y entendieras la urgencia. Nosotras mismas nos desgastamos enteras persiguiéndote. Día tras día, mes tras mes. Ojalá hubiéramos resistido mejor, para que los pies de la mensajera no sufrieran tanto mientras te buscaba.


Ahora el día del testimonio ha llegado y, con pesar, tenemos que testificar que ella te comunicó el mensaje y vos lo rechazaste.


Lo vimos, lo sabemos, lo lamentamos.

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