Ana Enriques

Desconexión

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Cuánto mayor es la distancia que nos separa cuando, cruelmente, el diminuto círculo se niega caprichoso a aparecer vestido de verde junto a tu nombre.

Cuesta creer que tan irrisorio signo visual, incluso virtual e intangible, pueda volver más hondo el abismo de soledad que me rodea.

Hacer click una y otra vez en la ventana del chat para descubrir decepcionada que tu nombre sigue ahí, en la fría lista de los desconectados, parece una mordaz broma de esta era impersonal: sentirte más lejano aun, como si no bastara con que insensibles redes de Wi-Fi mediaran entre tu alma y la mía.