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Bufanda


En medio del helado viento del invierno araucano, su cuello, su boca y su nariz estaban envueltos en la dulce calidez que ofrecía el rebotar de su aliento contra la bufanda.

 

Cuando se la regalaron no le había tomado importancia. Había dado las gracias que la cortesía exigía, pero no las había sentido con tanta sinceridad. Nunca le habían gustado las bufandas. Las poleras siempre fueron más prácticas.

 

Pero en ese frío momento se reía de sí misma mientras su corazón latía con verdadera gratitud.

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